El filósofo Román de la Calle (Alcoy, 1942) es el actual director del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad de Valencia (MUVIM).
...“El éxito de mi ‘Fórmula MUVIM’ proviene del interés en unir la universidad con la sociedad y la cultura. De esta forma, hemos conseguido ser el primer museo valenciano en cuanto a volumen de visitas”...
-¿Qué hace un filósofo en un museo?
-“Demostrar que también él puede dirigirlo. Este es el tema de mi próxima ponencia en la Universidad de Salamanca. Quiero abrir los ojos a los estudiantes de esta materia para que comprendan que un filósofo no tiene porqué dedicarse sólo a la enseñanza. Puede dirigir museos, publicaciones y puede transformar una institución…”.
-En apenas un año y medio ha conseguido levantar al Museo Valenciano de la Ilustración y de la Modernidad (MUVIM).
-“Le hemos dado la vuelta, sobre todo, en lo que se refiere al concepto. Siempre he creído que un museo como éste debe estar en contacto permanente con la universidad y la sociedad. Para mí, éste es el triángulo perfecto, lo que llamo la ‘fórmula MUVIM’. Por ahora, ya hemos conseguido situarnos en el primer puesto en cuanto a volumen de visitas entre todos los museos valencianos y en el noveno lugar en lo que se refiere a España. Es mucho, pero tampoco debemos bajar la guardia porque esto puede cambiar de un momento a otro, todo tiene sus límites”.
-El MUVIM es un museo sin colección propia, ¿cómo consigue atraer a tantas visitas?
-“Hay un aspecto que debe comenzar a cambiar y es la concepción de los museos. El ICOM (Consejo Internacional de Museos) defiende desde hace unos años a aquellos que poseen un patrimonio inmaterial, justo lo que intentamos conseguir aquí, un museo de las ideas. Pretendemos que el único fondo de la entidad, sobre el que gira todo el museo, sea la biblioteca, con más de 30.000 volúmenes entre los que se encuentran los treinta y cinco tomos de la Enciclopedia del siglo XVIII, el principal símbolo de la Ilustración. Para dar a conocer estas ideas, creamos los talleres y seminarios que, junto a los grupos organizados, son los más que visitas atraen”.
-¿De qué forma enfocan esta visión filosófica en las exposiciones que realizan?
-La época de la Ilustración, la misma Enciclopedia, no podría existir sin la colaboración del arte. Desde el nacimiento de la imprenta, el diálogo entre la imagen y las ideas ha sido continuo. Tal vez la idea del “ilustrador ilustrado” (que surgió tras una equivocación un amigo mío al hablar del MUVIM), de la transmisión de ideas al público general a través de lo visual, es lo que más nos ha ayudado a programar las colecciones”.
-Unas exposiciones que, desde su llegada, han aumentado en número y en complejidad…
-“Sostener el MUVIM nos está costando muchísimo. Somos sólo diez personas las que trabajamos en este proyecto. Nuestro presupuesto, aunque ha aumentado, todavía es bajo. Yo conocía la situación anterior del museo (el director estaba hipotecado, el espacio era muy limitado…), por esa razón, desde mi llegada, hemos intentado llevar adelante un proyecto más ambicioso y dinámico centrado en diferentes colecciones bajo una misma temática que se reparten en varias salas de Valencia. La idea es no quedarnos estancados en un solo lugar”.
...“Las instituciones no pueden mantener el peso de los museos”...
-Y, ¿ha funcionado?
-“Mejor incluso de lo que esperábamos. Estamos muy motivados”.
-¿Seguirán, entonces, con esta idea?
-“Sí, lo que realmente queremos hacer es ampliarla. Más exposiciones en más salas diferentes. Debemos fomentar el dinamismo”.
-La idea es muy “alcoyana”…
-“(Se ríe) ¡Es verdad! Pero es que yo me siento muy unido a mi pueblo, siempre que me presento en algún lugar insisto en que soy de Alcoy”.
-¿A modo de advertencia?
-“Sí, tal vez (vuelve a reír)”.
-¿Cómo está el panorama artístico en esta ciudad?
-“Creo que debe despertar. Alcoy tiene mucha historia artística a sus espaldas, pero es necesario progresar y no mirar continuamente desde el retrovisor. Siempre hemos destacado por nuestra imaginación, por el pragmatismo, también por un cierto autonomicismo, pero ahora necesitamos un cambio. Debemos buscar nuevas cosas que nos zarandeen y nos hagan despertar. Estoy orgulloso de ser alcoyano, pero reconozco que debemos dar un paso adelante”.
...“El reto ha sido diferenciarnos del resto de museos valencianos”...
-Cambiando de tema, ¿cuándo comienza su actividad museística?
-“Siempre he estado vinculado a los museos porque, de hecho, soy catedrático de Estética. Además de la dirección del MUVIM, pertenezco al Consejo Rector del Instituto Valenciano de Arte Moderno y estoy vinculado a otros museos de la provincia de Alicante. Sin embargo, hasta ahora, nunca había aceptado la dirección de alguna de estas entidades”.
-¿Por qué?
“Porque mi actividad en la enseñanza universitaria ha sido siempre exhaustiva y, además, conozco de cerca la situación en la que se encuentran los museos”.
-Sin embargo, aceptó el puesto en el MUVIM…
-“En un principio, denegué la oferta. Puse muchas condiciones para acceder a este cargo y, como vi que las iban aceptando, llegué a la conclusión de que no había razones para volver a rechazar la dirección del MUVIM”.
-¿Cuáles fueron estas condiciones?
-“Mantener la autonomía total en mis decisiones. El edificio del MUVIM albergaba en un principio salas como la ‘Parpalló’, la institución cultural ‘Alfons el Magnánim’ y las exposiciones pertenecían al Consorcio de Museos, así que cualquier director del MUVIM tenía poco margen de actuación. Yo quería disponer de la suficiente libertad para poder proponer exposiciones, actividades, talleres… Todo ello sin tener que dar demasiadas explicaciones. Eso sí, aunque tenemos una gran autonomía, siempre hay unos límites”.
-¿Qué dificultades encontró una vez llegado a la dirección?
-“La principal, y más importante, fue que los presupuestos eran terriblemente bajos. Así no se podía llevar adelante un museo de estas características. Por suerte, somos una entidad que mantiene lo presupuestado. Pero una cosa está clara, la cultura se paga, el arte es muy claro, así que nos vemos obligados a buscar subvenciones fuera de la esfera pública. Hasta ahora, la entidad que más nos ha ayudado ha sido la Caja de Ahorros del Mediterráneo, es nuestro mayor apoyo externo y se debe reconocer. Espero que esta colaboración siga adelante por mucho tiempo, porque las instituciones no pueden soportar el peso de los museos a sus espaldas”.
...“En Alcoy deberíamos mirar menos por el retrovisor de la cultura”...
-Sin embargo, a pesar de la prosperidad de este museo, insiste siempre en que está el fantasma del despido detrás.
-“Mi concesión de servicios como director del MUVIM se renueva cada año. Es una forma de no comprometerme yo y tampoco presionar a Diputación. Siempre digo que tengo las cajas preparadas en el despacho [señala unas grandes cajas de cartón situadas debajo de una de las estanterías] para irme en cuanto me lo pidan. No tengo problemas. Si he de irme, lo haré sin condiciones”.
-¿Es siempre tan inestable la dirección de instituciones culturales como parece?
-“Sí, los cambios políticos afectan, pero tampoco he tenido demasiados problemas al respecto. Además, conocía de antemano las dificultades de gestionar un museo de estas características, sus condicionantes, debíamos diferenciarnos de otros museos de Valencia para poder progresar”.
-Una diferencia que ya fue evidente en el mismo momento de realizar su tesis doctoral.
-“Sí (ríe), mi tesis fue sobre cine y ¡era el año 1968! Fue terrible, en aquellos tiempos hacer un estudio sobre esta materia requería muchísimo esfuerzo. Además, los catedráticos siempre me decían “eres filósofo, ¿por qué haces una tesis sobre cine?”. Pero es que a mí siempre me ha gustado la estética… Y los libros. Soy un ‘lletraferit’. De ahí mi empeño por crear una biblioteca completa para el museo y de explicar a la gente (sean alumnos o público general) las ideas de la Ilustración”.
-¿Cómo han funcionado los seminarios y talleres del MUVIM en los que tanto insiste?
-“Nuestra primera sorpresa fue la saturación del seminario de Kant que organizamos por su bicentenario. Hubo gente que llegó a quedarse fuera… Uno de los atractivos fue que conseguimos atraer hasta las conferencias a catedráticos, a expertos en filosofía, que son “rivales”. La gente me preguntaba que cómo lo había conseguido, pero la respuesta es muy sencilla: el proyecto del museo está fuera de la universidad”.
-De nuevo, aquí está presente su vinculación a la universidad…
-“Sí y, además, me ha resultado muy interesante esta experiencia porque nos demostró en su momento que íbamos por buen camino. Creo que siempre ha habido un error a la hora de plantear la enseñanza universitaria. Un alumno termina sus estudios conociendo mucha teoría, pero le falta mucha experiencia en lo que se refiere a la gestión de lo aprendido. De ahí radica la importancia que le concedo a los talleres. Debemos tener un pie dentro y otro fuera, siempre en beneficio de la universidad y de la sociedad”.
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