“Una conciencia excesivamente refinada, una predisposición al sentimiento de culpa frente a sus propios deseos, llevaron a un hombre bueno a actuar de una forma curiosamente solapada, una forma que comprometía su propia bondad. Esta es la esencia de la catástrofe”. Así define Paul Auster esta novela centrada en las debilidades humanas, en concreto las estadounidenses, y en las catástrofes sociales cada vez más inevitables.
De nuevo, un libro basado en el proceso de creación de una novela por parte de dos escritores semejantes a los genios esquizoides que han pasado a la historia de la literatura. Uno narra la vida del otro. Y no es para menos, pues al pobre de Benjamin Sachs (el protagonista) si no sufre mil y una calamidades, las busca. Una vida normal de un tipo excéntrico muerto mientras manipulaba una bomba casera destinada a destrozar una réplica de la Estatua de la Libertad en un parque inococente y destartalado.
Poco cabe decir del reconocido autor de Leviatán, uno de los mejores que la patria estadounidense ha lanzado al mercado en las últimas décadas. Con su lenguaje claro, de un marcado tono periodístico, teje una nueva red de metáforas que pretenden reflexionar sobre la –aparentemente- irracional sociedad americana. Las complejas relaciones personales (el sexo) y la independencia social (la Estatua de la Libertad) son los pilares fundamentales de esta novela. Pero no nos engañemos, los americanos no son tan diferentes a nosotros: “No se trata de que esté bien o mal. Así es como funciona el mundo. Todos los hombres son prisioneros de su polla y no hay nada que podamos hacer para evitarlo".
LEVIATÁN.
Paul Auster.
Anagrama.
259 páginas.
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