24 enero 2007

La profesión está de luto

Con 74 años termina su vida el mejor periodista polaco del siglo XX: Ryszard Kapuściński. Cuatro veces condenado a ser fusilado, ha vivido y sufrido todas esas virtudes que se le adjudican al periodismo (y que ya tienden a remitir): la lucha por narrar la verdad, por ser libre, por mantenerse honrado, por ejercer la sinceridad, por ayudar a los que no tienen voz ni imagen.
Heredero del Humanismo y del amor al lenguaje como arma de comunicación, Ryszard Kapuściński ha representado al modelo del buen constructor de convivencia. Imagen del periodista contemporáneo, queda como gran cronista de guerra y de la realidad cotidiana. Aprendió de su carrera de Historia, pero desde muy joven ejerció el periodismo. Destacaron sus ideas y su empeño por dar testimonio de una realidad que se acelera y que se desvanece cada vez más deprisa....
Hoy, quizá, habría escogido otra profesión centrada en las tecnologías sociales de la información y de la comunicación, pero lo importante no es el medio sino el espíritu. Ese pensamiento y buen hacer que ha guiado a tantos aprendices de periodistas.
La profesión está hoy de luto.

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"Nuestra profesión siempre se basó en la búsqueda de la verdad. Muchas veces la información funcionó como un arma en la lucha política, por la influencia y por el poder. Pero hoy, tras el ingreso del gran capital a los medios masivos, ese valor fue remplazado por la búsqueda de lo interesante o lo que se puede vender. Por verdadera que sea una información, carecerá de valor si no está en condiciones de interesar a un público que, por otro lado, es crecientemente caprichoso» [...] «Hoy el soldado de nuestro oficio no investiga en busca de la verdad, sino con el fin de hallar acontecimientos sensacionales que puedan aparecer entre los títulos principales de su medio".
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"Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina ‘empatía’. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter propio del interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás".

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