23 febrero 2007

Cléa, su vecina

“Sus majestades los Reyes me encargan que les agradezca, en su nombre,…”

Me parece perfecto que doña Luisa me deje encargada del correo si viene el cartero y ella está en misa, pero todo tiene un límite.

– ¿Sí?
– Soy el cartero. Tengo un telegrama para doña Luisa.
– Ah, sí, sube.


“…la amable felicitación que han recibido con ocasión de la Navidad y el Año Nuevo…”


– ¿Puedes firmar aquí?
– Sí, claro. ¿De dónde es? Por si me lo pregunta, ya sabes que anda mal de la vista…
– Del Palacio de la Zarzuela.


(¿Qué?)

– Creo que te has equivocado. Hoy no es día de inocentadas…
– Que no, que no. Mira.


Y tenía razón. Ahora el telegrama descansará seguro sobre la repisa donde muestra las fotografías de la infanta Leonor, de los Príncipes de Asturias, de los Reyes y de los duques de Lugo y de Palma de Mallorca. Así, mientras limpie el polvo de mueble podrá besar también este trozo de papel, como hace con sus imágenes de santos. La Virgen de los Desamparados primero, después la de Santa Rita, luego San Pancracio y, por último, la figurita del niño Jesús acostado en el pesebre que durante el invierno tapa con una nana de color azul “para que no pase frío”.

“…Aprovecho esta oportunidad para enviarles mis mejores deseos para este nuevo año 2007…”


– Doña Luisa, tenga, un telegrama de la Zarzuela felicitándole las navidades.
– Ay, niña, me has hecho un gran favor. ¿Quieres pasar y te hago un café?
– No, gracias, que me voy a trabajar ya. Por cierto, ¿no se va este año a casa de su hermana para pasar el día de Navidad?
– Uy, no, no, que después de comer se pone con sus rosarios hasta las once de la noche y entonces quiere que juguemos al chinchón. ¡Si a esas horas ya estoy en la cama!


“Alberto Aza Arias, Jefe de la Casa de su Majestad el Rey”

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