24 diciembre 2005
Las navidades invisibles
09 diciembre 2005
Muerte por un colpaso moral
Pero esto sólo ha sido una pequeña decepción porque el recopilatorio sigue siendo muy completo, sobre todo en lo que se refiere a críticas a José Luis Rodríguez Zapatero, Josep Lluís Carod-Rovira y Pascual Maragall. Lástima que las palabras sólo ataquen al orgullo y la autoestima porque, si tuvieran los efectos físicos de una patada en la espinilla, estarían los tres ya en la U.C.I.
Sin duda, ‘Crónica de un desastre. Zapatazos, maragalladas y otros desatinos’ es uno de los libros de opinión mejor ideados en los tiempos recientes, si tomamos como punto de partida que una columna de opinión debe despertar la curiosidad e impactar al lector desde su primera línea. Alfonso Ussía lo ha conseguido, puede descansar tranquilo. Tras leer seguidos cinco de sus artículos sientes la necesidad de consumir alcohol hasta perder el sentido. El problema es que la arriba firmante es semi-abstemia, por lo que casi muere por el colapso de su sentido común.
Malos tiempos para el ensayo

“Els llibres no supleixen la vida,
però la vida tampoc no supleix els llibres”.
Joan Fuster.
Joan Fuster dejó un rastro imborrable en el periodismo escrito de nuestra autonomía. Breves artículos que condensaban su mundo personal, su imaginario, su relación con la imparable evolución social marcada por los repetidos errores humanos. “Un polític és un oportunista o no és polític”. “Som sincers en la mesura que ens convé ser-ho, i no més”. “Si l’home adult enyora la seua infancia, és perquè no s’en recorda, o perquè s’en recorda malament”. Estos aforismos son sólo una pequeña muestra de lo que aparece en las páginas de esta publicación.
04 diciembre 2005
Perfección obsesiva

Milimétrico. Así resultó el espectáculo de La Fura dels Baus del pasado sábado. Cinco actores y un escenario sencillo y cambiante bastaron para la nueva adaptación del relato ‘La metamorfosis’, del escritor Franz Kafka. El tema de la marginación y el aislamiento del individuo tratado en este libro se trasladó hasta el presente en forma de ‘hikikomori’ japonés (el adolescente que se encierra en su habitación durante años, que no habla con nadie) producto de una sociedad extremadamente represiva y la incomunicación familiar.

La primera representación de ‘Metamorfosis’ de La Fura dels Baus en la Comunidad Valenciana fue multitudinaria. El público abarrotó tanto las gradas como la pista central del Polideportivo Francisco Laporta. Según el Ayuntamiento, esta obra teatral congregó a cerca de 2.300 personas, entre aquellos que habían adquirido sus entradas para el sábado y los que el viernes se quedaron sin poder disfrutarla debido a una suspensión por motivos técnicos. Voces de todo tipo, discrepantes o entusiasmadas por lo que acababan de contemplar. Y, de nuevo, quejas por los intentos de convertir el polideportivo en una nueva sala de teatro en la que, curiosamente, ni se ve ni se oye nada en los palcos laterales (léase gradas).

Con malestar o sin él, ‘Metamorfosis’ se convirtió -en apenas una noche- en uno de los espectáculos culturales más llamativos que ha acogido Alcoy en el último año. Con su juego de cámaras de vídeo que proyectaban sobre unas pantallas móviles imágenes en directo o grabadas, la escenografía minimalista y la combinación de estilos interpretativos, La Fura consiguió mantener la atención del público sobre el escenario durante dos horas.
Sin embargo, más allá de la estética de esta representación (llamativa, aunque sin caer en los excesos de esta compañía catalana), la adaptación del relato de Kafka fue uno de los elementos más destacados. Gregor Samsa (interpretado por Rubén Ametllé) fue humano siempre para demostrar que no es necesario convertirse en cucaracha para aislarse. La madre (Angelina Llongueras) y el padre (Artur Trias), más humanos que en la novela. La hermana Grete (Sara Rosa Lisilla) adolescente y más preocupada por ella misma que en el relato de Kafka. Y, como novedad, la figura del amigo, que se incorpora en esta adaptación como el ‘alter ego’ de Gregor, como todo lo que querría ser y no se alcanza. Una modificación importante de lo escrito por Kafka, pero que se perdona al descubrir que permite encontrar nuevos significados a ‘La metamorfosis’.
Pero lo que constituye un punto a favor para esta representación es la insistencia (imperceptible para los que no han leído la novela ni han tenido acceso al ensayo 'Curso de literatura europea', de Vladimir Nabokov) en el número 3. Tres lámparas, tres platos, tres protagonistas que apartan a Gregor Samsa, tres historias, tres compañeros de trabajo en el vídeo, tres mesas, tres calles, tres ventanas, tres… Una perfección muy difícil de escenificar y de la que su dramaturgo, Javier Daulte, puede empezar a presumir desde el mismo instante en el que se estrenó la adaptación.
En definitiva, (a pesar del frío, a pesar de las incómodas sillas, a pesar del cansancio acumulado y de una entrada excesivamente cara) valió la pena. No hubo fuego, no hubo agua, no hubo motosierras… ¿Y qué más da? Por fin un teatro en el que la imagen, la ambición estética y el teatro clásico se unen para dar un resultado satisfactorio. Que ya era hora...
29 noviembre 2005
Y llegó el videoarte... (I)

27 noviembre 2005
Literatura carcelaria

26 noviembre 2005
Jesucristo pecador

'Evangelio según Jesucristo'José Saramago.
01 noviembre 2005
Robots humanizados
Empezando por una clonación selectiva de los humanos, creando razas superiores e inferiores, ese temor que ahora planea sobre el ámbito de la investigación y del que ya han surgido rumores de diversas sectas de este planeta, Huxley ya nos introduce en un paisaje sombrío. Todo controlado y manipulado, resultado de un desarrollo sin límites de las investigaciones genéticas y técnicas. Humanos (máquinas) bajo el poder del soma, una droga infalible para someter y anular a las personas.
En esta novela de ciencia-ficción, el primer modelo de Ford T cambió la religión y adaptó las costumbres sociales para automatizar y controlar las mentes de millones de personas con actos que ahora nos parecen sacrilegios (como no saber quién fue Shakespeare), formateando y homogeneizando la cultura (en ello estamos). En definitiva, un paso más en los sistemas orgánicos de las teorías sociológicas y comunicativas que vienen apuntando nuestros pensadores contemporáneos: que la sociedad funcione como un todo orgánico. Sí, pero al servicio de un progreso que en este relato no equivale a un mayor bienestar.

Sin embargo, tampoco Huxley escapa de los parámetros novelísticos con ese personaje aislado que intenta adaptarse a su entorno pero que no puede. El “salvaje”, dicen, sólo porque no tiene las mismas costumbres que ellos. ¿No recuerda eso a otro fenómeno social tan presente en la actualidad: la inmigración? Este libro da extensas razones para luchar por una integración que sí es posible. Culturas diferentes es equivalente a diversidad. Huxley realiza un llamamiento al respeto y conocimiento de otras formas de vivir antes de opinar prematuramente. Ser salvaje es lo mismo que ser humano. La civilización nos lleva a la destrucción humana, a la suplantación de las personalidades, a la espiral del silencio que empuja a ocultar nuestra propia opinión para no “rebajarnos” ante nuestro interlocutor. ¿Esto es lo que realmente queremos? Cierto que no, pero sin lucha (ya decían los agoreros) acabaremos como los desgraciados personajes de ‘Un mundo feliz’.
UN MUNDO FELIZ
Aldous Huxley.
300 páginas.
31 octubre 2005
Extraplanetaria

30 octubre 2005
La destrucción humana
“Una conciencia excesivamente refinada, una predisposición al sentimiento de culpa frente a sus propios deseos, llevaron a un hombre bueno a actuar de una forma curiosamente solapada, una forma que comprometía su propia bondad. Esta es la esencia de la catástrofe”. Así define Paul Auster esta novela centrada en las debilidades humanas, en concreto las estadounidenses, y en las catástrofes sociales cada vez más inevitables.
De nuevo, un libro basado en el proceso de creación de una novela por parte de dos escritores semejantes a los genios esquizoides que han pasado a la historia de la literatura. Uno narra la vida del otro. Y no es para menos, pues al pobre de Benjamin Sachs (el protagonista) si no sufre mil y una calamidades, las busca. Una vida normal de un tipo excéntrico muerto mientras manipulaba una bomba casera destinada a destrozar una réplica de la Estatua de la Libertad en un parque inococente y destartalado.
Poco cabe decir del reconocido autor de Leviatán, uno de los mejores que la patria estadounidense ha lanzado al mercado en las últimas décadas. Con su lenguaje claro, de un marcado tono periodístico, teje una nueva red de metáforas que pretenden reflexionar sobre la –aparentemente- irracional sociedad americana. Las complejas relaciones personales (el sexo) y la independencia social (la Estatua de la Libertad) son los pilares fundamentales de esta novela. Pero no nos engañemos, los americanos no son tan diferentes a nosotros: “No se trata de que esté bien o mal. Así es como funciona el mundo. Todos los hombres son prisioneros de su polla y no hay nada que podamos hacer para evitarlo".
A vueltas con los Happenings
"Some of us were already
feeling the necessity to explore the art that lay between the
arts".
Dick Higgins,
prefacio a 'Four Suits'.
‘Happening’. Una nueva palabra que, desde hace un tiempo, todas aquellas personas que nos interesamos por la Cultura hemos tenido que integrar en nuestro vocabulario con independencia del lugar en el que vivamos. Una nueva forma de ver el teatro, combinado con la música, el arte (audiovisual, a poder ser) y la participación activa del público. Por fin ha llegado la globalización a la cultura, aunque con reparos.
Aunque esta forma de ver y comprender el arte parece que haya cobrado más fuerza en los últimos años (con la proliferación de bienales y nuevas salas de arte) no es, ni mucho menos, una invención de la nueva era –como siempre–. Y, si alguien opina lo contrario, que le eche una ojeada al libro Vuelta al día en ochenta mundos, de Julio Cortázar, en concreto el capítulo titulado ‘What happens, Minerva?’. Sobra decir que es recomendable su lectura, pues aporta una visión diferente y crítica a estos encuentros artísticos que empezaban a nacer en París en torno a la mitad del siglo pasado y que hoy ya se pueden encontrar en muchas localidades de la geografía española.
Destaca en estos eventos, además de un pulso a favor de la integración del público en las obras teatrales y en los conciertos, un interés por las “obras anónimas”, aquellas en las que cualquiera puede convertirse en un actor casi invisible de su propia creación artística. Así, cruzar la calle, leer en el metro, subir al autobús o ir a trabajar, si uno quiere y se conciencia de ello, puede ser un actor (en caso de no animarse a bailar o a cantar…). Una idea interesante y que va a ser fundamental para el progreso de este arte que permanece estancado a falta de una savia nueva a la que, paradójicamente, no permiten circular.
Voy a poner un ejemplo que ilustre la esencia de estos happenings: el alemán Paik compuso, en la década de los ’60, su obra Ómnibus Music No.1 con la intención de atacar desde dentro la monótona división ejecutantes-oyentes (escenario-platea) mediante el sistema opuesto. Es decir, en esta composición los sonidos ocurren en diferentes partes de un edificio y el público es el que ir de un lado a otro para escucharlos. Esta idea, lejos de quedar obsoleta, se volvió a repetir –hace apenas unos meses– en Alcoy. Fue criticada por mucha gente. Yo también lo hice en su momento por tener una ejecución horrenda y mal programada. De lo contrario, habría sido un éxito. Pero se presentó la paradoja que cabía esperar: el público permaneció estático, espantado ante una percepción del arte que hasta ahora nunca había barajado. Este interés por abolir la diferencia entre los actores y los espectadores no funcionó. Y seguirá sin hacerlo mientras la población no reciba una educación artística que vaya más allá del (mal) uso del compás en la escuela.
Hoy, ya es imposible afirmar lo mismo que Cortázar en su texto (“Se vive un decenio de sublevación individual cuyas formas más grotescas suelen ser los happenings de toda naturaleza”). Primero, porque no hay tal sublevación y parecemos borregos cada vez que acudimos al teatro o a un concierto. Segundo, porque muy pocos se atreven a hacerlo a causa de la escasez de ayudas institucionales. Sin embargo, una apuesta definitiva por la calidad y el empeño de los artistas –aliados con el público, eso sí– podrán implantar esta nueva forma de ver la Cultura como un ente único en el que se integre todo lo que el cerebro humano es capaz de crear con fines estéticos. Sólo habrá que darles una oportunidad.

“Not to PERFORM/SHOW/SAY/ACT/ETC, anything IN FRONT OF an audience un that nicely handsome middle distance that was and is usual in the field of the art (no so wide that people would have to think, and not so narrow that people be attacked: would have to or could react and in this way would get something), which is the reason for the fact that ART never is more than a pleasant ALIBI FOR THE PEOPLE (and alibi that expect to relieve from really thinking at all about THEIR OWN LIFE/CHANGING, VITALIZING it)”.
Thomas Schmidt, Sensatiorum Maximinimum, en ‘Four Suits’. Something Else Press, New York, 1965, p.135,
Bienvenidos a otro planeta...
"Una realidad distorsionada es ahora una
necesidad para ser libre".Elliot Smith, cantautor.
