21 marzo 2007

Día Internacional de la Poesía

EL MIEDO GLOBAL

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Eduardo Galeano

10 marzo 2007

Una noche de Gala (III)

Para evitar especulaciones innecesarias: la primera por la izquierda.
(Es una lástima, no es una de las mejores fotos que nos hicimos durante la noche la plantilla femenina de 'Ciudad')

09 marzo 2007

Un día de Gala (II)

Por problemas con la conexión, ayer no pude agregar más fotos de lo que fue la Gala 2007 de los premios Peladilla d'Or. Suena a broma el nombre, pero no, más alcoyano imposible...
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Abajo. Hugo Mas interpreta su "polémica" versión de la canción de Ovidi Montllor, 'El meu poble Alcoi'. Una sorpresa para todos los asistentes.

08 marzo 2007

Un día de Gala (I)

Un día especial (o no tanto) para el Periódico Ciudad y sus trabajadores. Inauguración de calle y entrega de los premios Peladilla d’Or (que este año retoma su andadura tras más de veinte sin actividad). Os dejo con las imágenes de la gala y de la calle que hicieron nuestros dos fotógrafos: Xavier Terol y Juan Sanz.
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El grupo Jesús Lara y la D-Generación.

03 marzo 2007

No me van a cerrar el pico

No me van a cerrar el pico.
Lo cierto es que no tenía pensado contar mis desgracias y hacerlas públicas de una forma tan miserable como esta. Los blogs no son demasiado útiles en mi pueblo, pero al menos, me servirá para dejar atrás esa taquicardia que en los últimos días comienza a ser tan habitual. Mi sistema nervioso y digestivo no aguanta más... Y todo por un tipo que no merece ningún respeto.
La libertad de prensa, ese ideal del que ya no queda nada. Incluso aceptándolo desde antes de entrar a trabajar en un medio de comunicación (y un estudiante de periodismo ya no puede caer más bajo...). Todo tiene un límite. Y esa frontera se le llama "educación" y "sentido común".
"Sentido común" es lo que parece faltarle al último energúmeno al que me tengo que afrontar (y hablo en presente porque no me queda más remedio). Un tipo que no acepta críticas, que se cree el 'rey' de un vecindario al que ni siquiera pertenece (vive en otro bloque de viviendas), que se contradice en casi cada una de sus afirmaciones y que recurre a la vía telefónica (al acoso telefónico, a las llamadas a su domicilio particular) de la que firma esta entrada para asustarla. Cuando un buen día te llama un personajillo al que entrevistaste un mes antes, que juró hasta la saciedad que si "no le gustaba algo" del artículo regresaría a la redacción "para poner los puntos sobre las íes", todo cambia. De eso hace un mes. Treinta días desde que salió su réplica en el periódico porque no le gustaba la visión de un conflicto vecinal, de un grupo de jubilados y jubiladas (que es lo que son) a los que se les están a punto de caer las casas encima.
Un mes de visitas constantes a una de mis fuentes para criticar, insultar y manipular, para lograr que el vecindario le dé la razón aún sabiendo que no la tiene y para llamar "mentirosa" a la periodista a sus espaldas, delante del alcalde de mi "maravilloso" pueblo. Y la redactora sin poder defenderse porque desde hace un mes lo espera en el periódico local, que es donde trabaja (a dos manzanas de su casa) y donde este personajillo traidor tiene la obligación de volver porque "se siente insultado". Lo que le fastidia es que ha comprobado lo mal que suenan sus argumentos plasmados sobre el papel... Y comprobar que es un cobarde. Insultar a las personas a sus espaldas implica no tener agallas.
Creo que aquí también debo ser "políticamente correcta", a pesar de que ya he escrito más de lo que debería exponer aquí. Las palabras "duras" me las guardo para mí, no voy a participar en su juego. No pienso llamarle a casa como ha hecho él conmigo (para decirle que es "un mentiroso" y un "maleducado"). Y espero que no lo vuelva a hacer, o todas sus amenazas acabarán en el juzgado y en contra suya, por acoso. El código deontológico me ampara. Y el sentido común, también.